El Programa Artemisa y La Explotación Espacial

Victoria Velasco

El lanzamiento del Falcon 9 de Spacex demostró cómo las empresas privadas toman juego en la exploración y futura explotación espacial. Las misiones tripuladas van de acuerdo al programa Artemisa, desarrollado por la NASA, en 2017. En el programa participan compañías privadas como Amazon y Spacex, al igual que las agencias espaciales de Europa, Japón, Australia, Rusia y Canadá. 

El programa Artemisa está diseñado para llevar a cabo una serie de exploraciones tripuladas a la Luna y Marte, así como enviar a la primera mujer a la Luna para 2024

En este mundo con ansias progresistas, enviar a una mujer a la Luna se vuelve atractivo para los inversionistas y le da popularidad al programa y sus transmisiones. Desde este punto de vista, podríamos decir que la misión tiene fines meramente comerciales, sin embargo, es bueno tener representación femenina en el espacio. A mi también me emocionó ver a una mujer trabajando en la NASA en la transmisión del Crew Dragon.

El programa Artemisa es uno millonario, el gobierno estadounidense le destinó 25 mil millones de dólares y Trump anunció que se necesitarán 35 millones más en los próximos cuatro años. 

El presupuesto del programa Artemisa está destinado para la construcción de una estación espacial en la Luna, conocida como Gateway y para hacer posible la llegada de la tripulación. 

Trump ha autorizado la creación de una alianza público-privada, lo que permite que las empresas inviertan y construyan sus propios cohetes y módulos de aterrizaje en la Luna.

El programa contempla una serie de acuerdos bilaterales conocidos como los Acuerdos Artemisa.

Los acuerdos tienen el propósito de explotar la Luna con fines comerciales, mediante la extracción de recursos (minería) y la construcción de estructuras y transporte interplanetario.  Según el gobierno estadounidense, estos acuerdos no pretenden ver al espacio como un bien privado, sino global. 

En los acuerdos se estipula la creación de zonas cero en la Luna. La delimitación de estas zonas representará un cambio en las relaciones y protocolos internacionales. La aplicación de los acuerdos representa el primer paso a las futuras “leyes espaciales”. La aplicación de los acuerdos suena utópica hasta cierto punto, ¿Sino podemos mantener relaciones “sanas” entre países aquí en la Tierra, como lo haremos en el espacio?.

Los acuerdos proponen llevar operaciones pacíficas y transparentes entre los países y empresas, por lo que se prohíbe el uso de armas de destrucción masiva. Aunque si se quiere minar la Luna, serán necesarios artefactos explosivos.

En abril, Trump firmó una orden ejecutiva que le permite a EEUU minar los recursos de la Luna y otros cuerpos celestes, afirmando que esto no contradice el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre (OST).

Según estipula el OST de 1967 en su artículo II, “El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”. A lo largo del tratado no se menciona la extracción de recursos. 

El hielo es uno de los recursos que se proponen a extraer del suelo lunar, pues sirve como combustible para los propulsores de hidrogeno-oxigeno usados en los cohetes y naves.

Los procesos mineros, dan paso a la explotación espacial, la Luna se convertirá en un centro de reserva y procesamiento de hielo, una especie de gasolinera. La utilización de los recursos “in situ”, permitirá abaratar costos, hacer viajes a Marte y alargar las estancias en la Luna.

La minería lunar no está prohibida, al igual que la pesca en los océanos, pero lo que sí está prohibido es apropiarse del mar o la Luna. Los bienes naturales como la fauna y flora son públicos, pero la Luna no, esta no le pertenece a ninguna nación y menos a corporaciones. Si quieren minar la Luna y explotarla, ¿No sería mejor que todos los países estén de acuerdo y los que puedan formen parte de los acuerdos?. Sabemos que las cosas no funcionan así, el que tiene dinero  es el que entra en el juego.

En este punto, llegan las preguntas. ¿A quién le pertenece el espacio?, ¿Llegará la Luna a ser privatizada? o ¿Quiénes recibirán los frutos de la explotación lunar?.

Amazon no se queda atrás, Bezos, al igual que Musk, apostó por el transporte aeroespacial, con la empresa Blue Origin, fundada en el 2000. Blue Origin y Spacex compiten por la construcción de la nave que será usada en la misión Artemisa.  Aunque Blue Origin no cuenta con la experiencia, ni la tecnología que Spacex. 

Amazon busca expandir su imperio a toda costa y no solo lo logra con la instalación de satélites para ofrecer acceso a internet desde el espacio, sino también con la construcción de colonias espaciales. Según Bezos, estas infraestructuras podrán contener ciudades enteras e incluso áreas verdes, que asegura serán entornos agradables y similares a la Tierra, con el clima de Hawái, por ejemplo.

La participación de Bezos y sus compañías será indispensable para el programa, pues permitirá la construcción de estructuras en Marte y la Luna, así como la extracción de recursos para continuar con los viajes espaciales.

Cualquier empresa que participe de la extracción minera debe ser supervisada por EEUU, lo que significa que este país es responsable por cualquier daño e irregularidad. Pero esto también le da la potestad de encubrir cualquier actividad.

Mediante el programa Artemisa la empresa privada puede abrirse paso en el turismo espacial, que será muy costoso y segmentado en sus primeros años. 

En el mes de julio la NASA, China y Emiratos Árabes Unidos realizaron viajes a Marte mediante naves no tripuladas. El Perseverance (NASA) se lanzará el 30 de julio y será el auto encargado de recoger datos y muestras de rocas que serán analizadas en tierra. La información recolectada por Perseverance será vital para planificar las misiones tripuladas de Artemisa e identificar rastros de vida en Marte. 

La minería lunar debería entrar en debate, no podemos permitir que en nombre de la humanidad ciertos países exploten lo que no les pertenece. Las ansias de poder demuestran que esto es la continuación de la carrera y apropiación espacial.  

Los acuerdos Artemisa y su aplicación marcarán el inicio de una nueva era, una en la que las actividades comerciales se trasladen al espacio y se reinvente el juego geopolítico. 

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